lunes, 28 de mayo de 2007

Democracia participativa y el trabajo de El Tiuna

Una visión de Nuria Vila

26 de mayo de 2007, Caracas. Una plaza del este de la ciudad es tomada por la oposición. La protesta es contraria a la decisión del gobierno chavista de no renovar la concesión a un antiguo canal de televisión (RCTV), cómplice del golpe de estado que intentó sacar del poder al presidente Chávez en el 2002. Una clásica marcha opositora donde todo está perfectamente escenificado, aún más esta vez, donde los protagonistas son actores y actrices de telenovela, presentadores y periodistas famosos que se turnan en el escenario para lazar consignas emocionadas sobre la libertad de expresión y contra la "dictadura" en marcha que les deja "sin trabajo y sin voz", según sus palabras enunciadas entre lágrimas.

De pronto la presentadora ruega dejen paso a un "compañero periodista del canal 8" que se ha acercado a cubrir el acto, al parecer, el cámara del canal estatal ha sido empujado y pateado cuando intentaba registrar el acontecimiento. Como el acto es por la democracia, el cámara pide el micro y nerviosamente con palabras entrecortadas pide respeto para su trabajo, por él y por lo que representa: "soy chavista" proclama. Su camiseta es roja, pero además, el corte de pelo le delata, el bigote le delata y sobre todo la escasa educación, adivinada en sus palabras que no salen fácilmente y enunciadas con acento del oriente del país. Los que le escuchan en ese momento llevan gorras de diseño y buenos cortes de pelo, son blancos la mayoría, educados, aún más, son guapos y limpios. Son clase media. Con la patada en el culo patean algo más que a un cámara de televisión gubernamental, el hombre representa a todos los que hasta el surgimiento de Chávez quedaban fuera de los medios de comunicación. Lo que RCTV era negaba lo que la mayoría de Venezuela es: la Caracas que les avergüenza de los barrios pobres, los campesinos sin tierra, los indígenas olvidados. Gentes que de repente han empezado a tomar la palabra en los medios, en la calle, en los foros públicos, en la asamblea legislativa y que por primera vez existen en las instituciones de la democracia representativa. Pero el verdadero salto revolucionario que está dando este gobierno, es hacerles creer que además de que existen y son tomados en cuenta, pueden actuar, pueden tomar decisiones colectivamente.

De momento, la apuesta es por la creación de los llamados Consejos Comunales, un intento de realizar la democracia participativa que de momento sirve para buscar soluciones a las necesidades vitales en los lugares de residencia, una especie de asociaciones de vecinos con poder para gestionar recursos y proyectos de transformación de las localidades de las que forman parte. La pregunta es cómo darles más poder, cómo hacerles trascender lo extremadamente local y tomar decisiones que atañen a toda la nación. De la respuesta a ésta pregunta y de su aplicación en los próximos años depende en gran medida el destino incierto de esta revolución.

CULTURA EN LITIGIO
En este contexto se desarrolla el trabajo de Tiuna, el Fuerte, un colectivo caraqueño que nace después de la llegada de Chávez al poder y cuyo trabajo se inscribe en esta necesidad de redefinir la palabra cultura en el marco revolucionario. Cultura ya no es algo que únicamente se consume, ni es sólo para las gorras de diseño de la clase media: también está en los barrios (las favelas venezolanas) y es más, también se inventa, se produce y reproduce en los barrrios.

Su trabajo se puede concebir como el de un conector, un hub, por el que pasan distintas corrientes. Por una parte consigue recursos públicos y los pone al servicio de la comunidad y al servicio de los Consejos Comunales. Les ayuda técnicamente a la realización de sus actos prestando conocimiento, equipos de sonido y humanos o generando espacios de encuentro mediante proyectos como el cine móvil. El significado de estas fiestas y actos culturales que pueden ser más cotidianos en otras zonas de la ciudad, cambia totalmente en lugares que han sido muy castigados a nivel simbólico, hasta el punto que pertenecer a ellos, ha significado hasta hace poco, casi una "vergüenza".1

SER REVOLUCIONARIO ES COOL
Además el Tiuna trabaja con jóvenes y con sus problemáticas específicas. Por ejemplo, impulsando una red social en torno a la cultura del hip hop. La música rap conecta bien con el entorno de los barrios y sus jóvenes. Opera canalizando energias, aspiraciones, identidad y malestar como ha hecho en lugares tan lejanos como los guetos estadounidenses o las banlieurs francesas. Habitualmente ligado a un imaginario violento, el hip hop muy a menudo no está articulado políticamente aunque sus letras sean rebeldes. Lo que hace el Tiuna es conectar la música con una cultura de la resistencia más apegada al imaginario de la revolución bolivariana. Para ello busca articular esta red "subcultural" con el movimiento de transformación social caraqueño. No sólo con las fuerzas institucionales, (como Ávila tv o la Alcaldía Metropolitana) sino también con los movimientos sociales de base, sobre todo con los Consejos Comunales.

Hay que destacar aquí como la cultura que se genera en estos espacios circula al margen de la producción de valor capitalista. Lo que hace el capitalismo es apropiarse de una producción social que está viva -el hip hop es un buen ejemplo precisamente porque surge de la subjetividad de la gente más marginal- y lo devuelve convertido en mercancía, en algo que la gente pueda comprar, ya sean discos, pantalones caídos, o incluso en una imagen de chico rebelde que pueda utilizar en la publicidad o en otras formas de comunicación más sutiles para vender cualquier otro producto, desde revistas hasta desodorantes. El Tiuna lo que proporciona es un espacio social, donde la cultura hip hop, no queda vacía de contenido real, sino que la impulsa y la valora al margen del mercado. Es, por así decirlo, un fin en sí misma.

Esto se realiza a través de proyectos como "Tiuna, la gira", donde raperos locales se convierten en productores de eventos en sus propios barrio lo que crea una nueva fuente de respeto para ellos. Ahora en los cerros para hacerte valer ya no importa enseñar a todos que llevas y usas pistola, ahora puedes utilizar bien un micro y aún más, organizar fiestas colectivas y abiertas para tu comunidad.

TALLERES
Además de la música, la formación sirve para abrir nuevos horizontes a los jóvenes: sonorización, vídeo, música...donde no sólo se enseña de una manera técnica, sino que se forma en una determinada cultura de la participación, que es, en definitiva, la que impregna a todo el proyecto. Y esto se realiza no sólo de manera formal: conciertos, cursos, etc, sino también en espacios informales que generan espacios de sociabilidad alternativos.

Así pues, los talleres, el grafiti, la música, pero también cosas materiales como las infraestructuras o los equipos, se convierten en herramientas de intervención (como el trabajo que se realizan en la cárcel de menores²) y de conexión de mundos (hip hop y revolución, graffiti y política, barrios y artistas...) Estas herramientas, además, están al servicio de crear o recrear nuevos referentes para el imaginario de la revolución, anclado en lo que podríamos llamar el "síndrome del Che": viejos iconos totalizadores rescatados para servir a unos anhelos de transformación que podrían conectar con los corazones de los guerrillos comunistas de los 70 pero que a veces quedan muy lejos de los jóvenes de hoy. Esta revolución tiene que dar espacio a otras expresiones y confiar en la capacidad de los jóvenes de crear modelos frescos, formas nuevas, quizás íntimamente ligadas con la máquina capitalista global de producción de mundos, pero que, al mismo tiempo y como en el caso del hip hop, tienen la fuerza de subvertirlos, de reinventarlos desde dentro, de hacerlos servir para nuevos fines.

webs:
http://www.eltiuna.org/
http://www.avila.tv/

1_ De echo en empresas como Mac Donnal´s parece que descartan directamente a los muchachos que buscan trabajo si provienen de los barrios con peor fama. Por otra parte y hasta la llegada del chavismo la aproximación de las políticas públicas con respecto a estos lugares pasaba por intentar que desapareciesen en vez de tratar de hacerlos más habitables. Este intento, que pudo triunfar en su momento en ciudades europeas como Barcelona parece imposible en Caracas donde el 60% de los habitantes reside en alguno de ellos. Por otra parte, sobre el rescate simbólico de los barrios hay que destacar un trabajo interesante que realiza una joven televisora local caraqueña: Ávila TV.

2_Ver el proyecto Voces Latentes.